La poesia en Trelles
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SANTO Y APÓSTOL TEÓLOGO Y TROVADOR DE JESÚS SACRAMENTADO
LA POESÍA EN TRELLES
La poesía en Trelles
Don Luis de Trelles fue un seglar católico, comprometido activamente, de los años de la mitad central del siglo XIX: los más turbulentos y más duros para toda la Iglesia Católica en España, en ese siglo. Un santo enamorado de Dios sacramentado, y compañero de camino y dechado para los hermanos. Ferviente adorador de la Eucaristía, lleno de profundo amor eucarístico que albergaba en un alma sensible, sobre todo, hacia el Santísimo Sacramento y a la Virgen María. Ya en vida se le reconoció, en España y en el extranjero, como apóstol: testigo y comunicador vocacional, consciente de ser precursor en el campo eucarístico y periodístico. Autor y divulgador de innumerables artículos teológicos (ensayos, narraciones, epístolas, crónicas y comentarios literarios, históricos y bibliográficos), trovador (hoy quizá diríamos cantautor); siempre acerca de la Eucaristía: por su amor acendrado e intensísimo a Jesús Sacramentado y por la escasez de literatura sobre Él en su época. Tal sensibilidad la fue desgranando en sus numerosos escritos y, de forma particular, en "La Lámpara del Santuario", (su revista mensual, de 40 páginas, mantenida sin ningún fallo ni apenas variación en su maqueta, durante casi 22 años, siendo Trelles, la mayor parte del tiempo, su único redactor fijo), recogió prácticamente la totalidad de su producción literaria. En ella dio prueba permanente de esa aguda sensibilidad. Trelles fue un periodista acosado por el ritmo de publicación, que pudo coordinar con sus otras actividades (el foro, las labores heroicamente caritativas de la Comisión de Defensa Jurídica de Católicos –Carlistas- y la de los Canjes de Prisioneros de la Tercera Guerra Carlista) por su disciplina y previsión de los asuntos que debía resolver y los escritos que preparar, de acuerdo con los tiempos, el curso del Año Litúrgico y las peticiones de los lectores. Divulgador religioso en prosa y en verso, mediante unas formas atractivas, algo divagantes, noticiosas, relajantes, predisponentes, incitantes y arrebatadoras, según la ocasión; fue de estilo ameno, claro y fiable –siempre publicó con licencia eclesiástica y los censores, con frecuencia hostiles, tan sólo pudieron pedirle, en más de 20 años, que rectificara una o dos palabras (precisiones técnicas). En relación con su producción literaria restante, la poética es brevísima; el fenómeno puede explicarse por dos causas: no era el objeto propio de su ocupación profesional (jurista y abogado en ejercicio) y la poesía era únicamente la forma expresiva de los episodios emotivos más intensos. De esos escritos conviene recordar los versos, bien de cosecha propia, la mayoría, transcribiendo otros o traduciendo del latín. Nos ha parecido apropiado expurgar entre ellos y ofrecerlos como un florilegio. Esperamos sea del agrado de los lectores. Siendo el atributo dominante de un escritor, tal como don Luis de Trelles, el buen y eficaz uso de las palabras, el estudio de su poesía debe adoptar la forma de un ensayo: breve, sin aparato y fundado en el diccionario (DRAE). Por la naturaleza y finalidad, de sus escritos, expresadas por don Luis de Trelles, me parece secundario y casi irrelevante el estudio retórico-métrico de su obra; haré hincapié en el contenido, su novedad, sus finalidades y su clasicismo (en cuanto a una característica que no toma en consideración el DRAE: por tratar los asuntos básicos de los individuos o comunidades, dándoles una orientación y desarrollo acomodados a lo fundamental de esos sujetos y su adaptabilidad, hay autores y obras que mantienen su aparente actualidad a lo largo de los tiempos). Al referirme a teología, la consideraré como el estudio de Dios (Trinidad y Cristo) en sus atributos de esencia: de su naturaleza, de lo suyo propio, de lo importante e invariable; de sus cualidades (caracteres o maneras de ser), propiedades (naturales o adquiridas, como señales o marcas o circunstancias que distinguen), perfecciones (modos de desarrollar sus posibilidades, fines o destino). Por los recursos empleados, distinguiré: Teología natural (teodicea): la razón humana trabajando exclusivamente con la observación de las obras de Dios. Teología revelada (dogmática): La razón humana trabajando principalmente a la escucha de la Revelación como su guía y complemento. Como desarrollos posibles de estos dos caminos, encontraremos: *Tanto de la dogmática como de la natural: - Teología moral: Ciencia que trata de las aplicaciones de los principios de la teología dogmática o natural a las acciones humanas. - Teología pastoral: La que trata del cuidado de almas. *De la dogmática y moral: - Teología ascética: Parte de la teología dogmática y moral que se refiere al ejercicio de las virtudes. Habrá que mantener el acuerdo de que usaré términos según alguno de los supuestos siguientes: vida.1.ª f. Fuerza o actividad interna sustancial, mediante la que obra el ser que la posee.- 2.ª f. Estado de actividad de los seres orgánicos.-3.ª f. Unión del alma y del cuerpo. vida ascética: práctica y ejercicio de la perfección espiritual. Reduccionismos que hay que soslayar: vida 4.ª f. Espacio de tiempo que transcurre desde el nacimiento de un animal o un vegetal hasta su muerte. nacer: 1.ª intr. Dicho de un animal vivíparo: Salir del vientre materno.- 2.ª intr. Dicho de un animal ovíparo: Salir del huevo.- 3.ª intr. Dicho de un vegetal: Empezar a salir de su semilla. Por su ambigüedad, nacimiento: 8ª. m. Origen de una persona en orden a su calidad. - Teología mística.1.ª f. Parte de la teología dogmática y moral que se refiere a la perfección de la vida cristiana en las relaciones más íntimas que tiene la humana inteligencia con Dios. Aunque la información sea su función más destacada, la prensa periódica posee, como todo medio de comunicación, además, las de persuadir, promover, formar opinión, educar y entretener. Trelles fue pionero en la prensa artística, la política y la jurídica ya desde la primera mitad del siglo XIX. Asesoró, colaboró y, finalmente, llegó a dirigir el diario político El Oriente, que sufrió la persecución del gobierno Sartorius y contribuyó a su derrocamiento. Planificó y dirigió, con grandes resultados electorales, la campaña de prensa carlista, al iniciar la segunda mitad del siglo XIX. Y La Lámpara del Santuario, fue la primera revista en el campo eucarístico, desde la segunda mitad del siglo XIX, y se mantuvo prácticamente en solitario en España, hasta después de su muerte, mientras surgían otras revistas eucarísticas y desaparecían a los pocos años en Francia, Bélgica e Italia, a pesar de ser órganos de grandes órdenes religiosas. En la vida de Trelles es fundamental su propósito permanente de servir a Dios y a los hermanos dentro de su Iglesia Católica. Por eso dijo: “Católico antes que político; político en tanto que la política conduzca al triunfo práctico del catolicismo... Si algún día me pierdo en el mar de la política, el ideal religioso será mi salvación”. Y en efecto así lo hizo Desengañado de la actividad política parlamentaria, reconducida en la labor humanitaria y caritativa del canje de prisioneros, se dedica a la propagación de su fe eucarística a través de sus fundaciones convencido de que. la oración constante ante el Santísimo Sacramento, podrá reconducir al ser humano por caminos de salvación. Dentro de la espiritualidad católica, su carisma fue el apostolado eucarístico: estando ya cercano a su muerte, publicó unos versos cuya autoría no tengo clara, si no eran suyos:
“Afligido y agitado vengo a mi Dios amado, y en la Santa Eucaristía encuentro todo descanso.”
El que fueran o no suyos, es irrelevante para el caso. Los versos describen un cierto estado de ánimo. Los últimos cuatro años de su vida (1887-1891), consituyeron un autentico calvario que puso a prueba su santidad. Sobre todo los dos últimos. Su aflicción la manifiesta a su buen amigo Manuel Domingo del Sol, a quien le escribe: "Me ha caído una cierta cruz como las que da el Señor a sus amigos, según lo que atribuyen a Santa Teresa" ("Luis de Trelles un laico testigo de la fe" Madrid 2009, pag. 354 y sig.)
Siguiendo su proceso espiritual de perfección, se puede resumir esa actividad en la progresión que sigue: estos deseos intensos le llevan a realizar sucesivos intentos de una actividad apostólica variada, desde sus publicaciones hasta los constantes contactos personales; en los diversos campos del compañerismo, las amistades, la familia, los clientes, las asociaciones con las que entró en relación, los menesterosos a quienes atendió profesional o caritativamente, la Jerarquía Católica y las Comunidades de religiosos o religiosas, los miembros del Congreso de Diputados, ministros, presos comunes o político-religiosos... sin olvidar sus contactos a todos los niveles en Francia, Italia, Bélgica, Canadá, Argentina, Méjico, misioneros en oriente, África o las Américas... Su doctrina eucarística tiene una característica fundamental: Jesús Sacramentado es una Persona amiga del hombre, a cuya espera está en al Sagrario. Quien se halla afligido o agitado o exhausto, allí hallará todo descanso. Esta doctrina la presentó en formas muy variadas: racionales unas veces, otras afectivas; sistematizadas o difusas. Pero toda la obra literaria de Trelles en La Lámpara del Santuario es exclusivamente eucarística y los artículos de colaboradores también. Las poesías son una de tantas formas de presentación de doctrina: las más impetuosas y las más profundas. Como el lector, por si mismo, podrá comprobar, son erupciones volcánicas: mansas unas veces y explosivas en otras ocasiones, en festivos villancicos; devorado por el fervor ardiente; o como insistente empuje. Se han numerado las transcripciones de las poesias, sin que el orden signifique valoración alguna, solo tiene carácter clasificatorio. Cada poesía se presenta con un comentario introductorio que ayude a situar al lector ante el texto. Mucho gustaía a los redactores de esta Web recibir los comentarios que su lectura sugiriera al lector que, seguro, enriquecerían estas páginas. Quedan invitados a participar con sus comentarios. Versos latinos sobre la Comunión
Son unos versos latinos, curiosos. Por ser capicúos se puede leer, cada pareja, indistintamente desde la izquierda del primero, hacia la derecha del segundo; desde la izquierda del tercero, hacia la derecha del cuarto. O desde el final del segundo, hacia la izquierda, siguiendo desde el final del primero, hacia su principio; lo mismo, desde el final del cuarto, hacia la izquierda, hacia el principio y, también, desde el final del tercero, hacia la izquierda, hacia el principio: las letras aparecen ordenadas formando en ambas lecturas las mismas palabras, pero no respeta los espacios, los signos de puntuación ni los versos. Debían ser comunes en las aulas de estudios clásicos en que Trelles se formó. Trelles los utilizó para iniciar su producción poética en su revista La Lámpara del Santuario. Tienen un estilo epigramático, breve y agudo. Plantean una doble oferta a la libertad humana: obtener gracia sustentante en la comunión o emprender un mal camino. Al final, hay una incitación a la comunión. Presentan una faceta fundamental en la doctrina eucarística de Trelles: la ambivalencia de la comunión, según la parábola del Señor que envió a sus criados a las encrucijadas, a invitar a toda clase de gentes, sin olvidar a los mendigos y tullidos. Pero les exigió que aceptaran, como obsequio, al entrar en sus salones, el vestido habitual de invitado.
“Si bene tangis, alam; si vis mala signa, tenebis. Ore rubore bibes, ebibe; robur ero.”
En una versión libre de los versos latinos en ocho versos endecasílabos, Trelles sintetizó las condiciones y premios de una Comunión bien preparada, y la definió como alimento; y advirtió de los peligros de una mal preparada o indigna comunión. Como dije, dejó bien clara su doctrina eucarística desde la primera poesía suya que publicó en su revista La Lámpara del Santuario.
Trelles lo tradujo así:
JESÚS AL ALMA
Si mi cuerpo sagrado bien comieres, A tu alma serviré Yo de alimento; Si recibirme en pecado presumieres, Siniestro agüero logrará tu intento.
Si mi sangre dignamente beber quieres, Sea con rubor santo y rendimiento; Con fervor humilde bebe y con pureza, Y YO seré tu salud y fortaleza. (La Lámpara del Santuario, 1870, p. 303)
Nº 3
RomanceLa Pasión redentora de Jesús y la Eucaristía se deben al mismo amor. ROMANCEEse sacerdote grande,que Jesús por nombre había, ya que en Sí aquel sacrificio de cruz celebrar quería, con el mismo amor llagado con que por todos moría, un manjar de vida eterna para los hombres hacía.
Muere por que viva el hombre, por su bien del se partía, quédase por no dejarle; más qué hacer por él no había. ¡Quién viera aquel Rey divino, la noche que se partía, quedarse en pan con nosotros y cómo se repartía tal pelícano sagrado que a sus hijos mantenía con la sangre de su pecho, con la vida que él vivía!
Todo a todos se reparte el que por todos venía, y por cada uno de ellos a la muerte se partía. (La Lámpara del Santuario, 1871, p. 353.) Trelles consideraba que el mérito de la Pasión, el derecho a la vida eterna, fue atribuido en general a toda la Humanidad; pero que la Eucaristía lo distribuía a cada hombre o mujer en particular. Y consideraba la vida eterna como permanencia de Jesús Sacramentado junto a cada uno de los fieles con los que se repartía. Este poema es un itinerario espiritual desde el destierro del mundo opresor, temido, hasta la liberación y gozo en la patria. A LA ESCLAVA DEL DULCE Y ADORABLE JESÚS SACRAMENTADO.
Ante ese trono divino tiemblan los Ángeles bellos;
y si
tiemblan, Señor, ellos, Sí, que tu bondad me anima; porque, al fin, Jesús, es cierto que por los hombres has muerto y por los Ángeles no.
¡Dios mío! Dios de mi alma, de infinito amor abismo! cuando me llamas Tú mismo, ¿me habré yo de retirar? ¡Oh, no, mi Amor! Nunca, nunca!... Que es la vida tu presencia,
y respirar
en tu ausencia ¿Para qué, rey de la gloria, nuestro triste suelo habitas? Encenderlo solicitas en tu incendio abrasador. Tienes, Jesús, tus delicias con los pobres desterrados, y quieres que enamorados te den amor por amor. ¡Oh buen Jesús! ¿Quién resiste? ¡Somos tan pobres, Dios mío!
¡Y un
corazón seco y frío
¡ Ay! ¡Quién le tuviese ardiente! Como el tuyo, enamorado; como el tuyo, inmaculado!... Que uniese al tuyo su ardor. Para ofrecerte, Dios mío, de su holocausto el incienso, por ese cúmulo inmenso de espantosa ingratitud!... Para conseguir amante desagraviar tu ternura con una víctima pura de poderosa virtud! ¡ Dulce Jesús , Vida mía ! Puedo darte solamente, si no un corazón ardiente, (La Lámpara del Santuario, 1874, pp.147-148) La primera aproximación al sagrario produce el paso del terror ante la divinidad, a la duda esperanzada ante la llamada del mismo Jesús Sacramentado. Tras el trato de Jesús, se adquiere la certeza de poseer la vida cuando se está en comunión con Jesús Sacramentado. El poema prosigue planteando una profunda reflexión: la finalidad de la presencia de Jesús en el sacramento es estar entre los hombres para ofrecerles amor, y solicitarles el mismo amor; ese amor suscita el ansia de semejanza, sacrificios de expiación y desagravio, correspondencia a los favores. Entonces, el hombre comprueba que no posee nada con que corresponder, excepto devolviendo la prenda recibida, el mismo Jesús Sacramentado, añadiéndole la propia persona como prueba de agradecimiento, llegando a disponerse a la entrega de la propia vida, con tal de consumar la unión con Jesús, como le ocurrió a San Pedro en el monte Tabor. Así apareció: Sin título Trelles aplicó al amor infinito de Dios la anécdota de San Agustín acerca de las arenas del mar y la inmensidad de Dios. Estos versos los publicó en la época en que ya preparaba el definitivo establecimiento de la Adoración Nocturna en Madrid, en contacto con Mr. De Benque, adorador nocturno y miembro de las Conferencias de San Vicente de Paúl, en París. Si, cuanto abraza la celeste esfera, de muy menuda arena se llenara y cada grano un corazón se hiciera que ardentísimamente a Dios amara; y aquel amor que en todos estuviera, en uno sólo luego se juntara, muy poco o nada fuera comparado a lo que Dios merece ser amado.
Nº 6
Lauda, SiónEn la Misa de Corpus Christi, se recitaba como secuencia el himno "Lauda, Sion". Trelles hace una paráfrasis de este himno como resumen de la doctrina eucarística. Se transcriben los primeros versos del himno, en latín y la traducción completa de Trelles. Se incluye, además, un comentario desde la perspectiva actual. Lauda, Sión (Texto latino) Lauda, Sion, Salvatorem; lauda ducem et Pastorem, in hymnis et canticis. PARÁFRASIS DE LAUDA, SIÓN, SECUENCIA DE LA MISA DEL DÍA DEL CORPUS. Alaba al Salvador, Sión sagrada; alaba a tu Pastor, tu luz y guía, con dulce melodía de cantos sonorosos, y en himnos armoniosos cantando así su gloria eternamente. pues se muestra hoy contigo tan clemente.
Cuanto puedas, esfuérzate en loarle, pues excede a tus voces y alabanzas: ni tú a elogiar alcanzas de su amor la grandeza, ni la tierna fineza, que hoy de ti enamorado te dispensa, por su bondad y su piedad inmensa.
Hoy se propone un admirable tema de alabanza especial digno motivo; un Pan de ángeles vivo que al hombre le da vida, y, para su comida, ha bajado del alto y santo cielo, llenándole de gozo y de consuelo.
Un pan que en la sagrada última Cena a los doce discípulos fue dado, para dejar probado Cristo su amor profundo, pues cuando de este mundo, a la diestra del Padre ya partía, quiso quedarse en esta Eucaristía.
Alabemos, pues, todos tal fineza, y la alabanza sea fervorosa, sea dulce y gustosa, sonora y agradable, y en tan alto e inefable misterio incomprensible nuestros gozos, santos júbilos tengan y alborozos.
Pues se celebra aquel felice día en que esta mesa santa y opulenta instituida se cuenta, en la Cena sagrada última celebrada con el santo dichoso apostolado por su Maestro y Redentor sagrado.
De Cristo nuevo Rey venido al mundo, en esta celestial Mesa divina nueva Pascua termina a la antigua, que era de aquella venidera simbólica figura solamente, y ya la Ley de Gracia hizo presente.
Todo es ya nuevo, ya cesó lo antiguo, Ya se ahuyentó la sombra y noche oscura, pues vino la luz pura de la ley prometida, y ya con su venida han cesado figuras y señales, y solamente hay ya cosas reales.
Lo que hizo Cristo en esta última Cena expresó que se hiciese en su memoria, porque fuese notoria y siempre meditada de su Pasión sagrada, y de su Muerte la excelencia suma, de quien es esta Cena cabal suma.
Con el poder que Cristo nos ha dado,
y
en sus sagrados ritos instruidos, el pan ázimo y vino, haciendo así divino Sacrificio y ofrenda inmaculada siendo Cristo la Víctima inmolada.
Así se da por dogma a los cristianos, y Cristo nos enseña y nos advierte que en Carne se convierte el Pan ya consagrado, y el Vino es trasmutado en sustancia de Sangre; de manera que ya no es pan ni vino lo que era.
Lo que no entiendes de tan gran misterio,
y
lo que mucho tu talento excede, pues el orden traspasa de las cosas sin tasa;
y
así tu cortedad y tu rudeza
Debajo de distintos accidentes,
y
diversas especies consagradas, ya sólo son señales y no cosas reales, se ocultan realidades portentosas, incomprensibles y maravillosas.
En esta celestial sagrada Mesa Cristo nos da su Carne por comida, su Sangre por bebida, permaneciendo entero todo, y muy verdadero, Cristo en cualquiera especie consagrada, siendo Víctima viva e inmaculada.
Por aquél que le toma se recibe entero todo, no disminuido, quebrado o dividido; pues en cualquiera parte, aunque la Hostia se parte, de Cristo el Cuerpo y Sangre está realmente, entero todo verdaderamente.
Uno le toma y mil al mismo tiempo, lo mismo toman mil que el uno toma, ni por más que se coma puede ser consumido; siempre está proveído este Convite Santo y admirable, Exhortan los versos con extrema delicadeza a alabar al Señor o, al menos, a esforzarse, aunque no seamos capaces de alabar cumplidamente su clemencia, su piedad, sus finezas, su bondad ni su amor. En esa celebración, especialmente, por el Pan de Vida que llena de gozo, que es prueba de su amor, que dio a sus Apóstoles al despedirse, porque quería acompañarnos constantemente. Con él inauguró la Ley de Gracia, que cancelaba la Ley Antigua formada por señales (el Cordero Pascual, el Maná). Les ordenó que se perpetuara consagrando el pan ácimo y el vino que Cristo advirtió que se transustancian en su Cuerpo y en su Sangre, para que sean comida y bebida; aunque mostró que permanece entero en cada fragmento de las dos especies, porque únicamente se dividen los accidentes (continente), nunca la sustancia (contenido). Es únicamente objeto de fe, ya que excede nuestra limitada comprensión. También insiste en el tema de "Jesús al alma": el efecto de la comunión es diferente según la preparación del fiel. Hace una súplica final: paz en esta vida y, en la eterna, gloria en compañía de Jesús Sacramentado. Adorote devote Se trata de un himno eucarístico que mantiene en latín el ritual publicado en 1996. Desde la reforma litúrgica, después del Concilio, con la que se abandona el latín en favor de las lenguas vernáculas, cae en desuso. Es una versión muy ajustada del Adorote devote de Sto. Tomás. Se ha incluido el texto latino con el único fin de que se puedan comparar ambos textos. Trelles fundamenta la fe de la Revelación en la simultánea humillación y adoración. Profesa esa fe en la Cruz, con la divinidad oculta, y en la Eucaristía, donde permanece oculta la divinidad, pero también la humanidad de Jesús. Suplica, por esa misma fe, perdón, amor y vida; reitera la petición de perdón especificando “por la sangre derramada”. Termina la súplica reclamendo el salario, manera en que Trelles nombraba el gozo eterno.
Adoro te devote, latens Deitasquae sub his figuris vere latitas: tibi se cor meum totum subicit, quia, te contemplans, totum deficit.
Visus, gustus, tactus in te fallitur; sed auditu solo tuto creditur: credo quidquid dixit Dei Filius; nihil hoc Verbo veritatis verius.
In cruce latebat sola Deitas, at hic latet simul et humanitas; ambo tamen credens atque confitens, peto quod petivit latro penitens.
Plagas, sicut Thomas, non intueor; Deum tamen meum te confiteor: fac me tibi semper magis credere; in te spem habere, te diligere.
O memoriale mortis Domini!, panis vivus, vitam praestans homini: praesta meae menti de te vivere et te illi semper dulce sapere.
Pie Pellicane, Iesu Domine, me inmundum munda tuo sanguine, cuius una stilla salvum facere totum mundum quit ab omni scelere.
Iesu, quem velatum nunc aspicio: oro, fiat illud, quod tam sitio ut, te revelata cernens facie, visu sim beatus tuae gloriae. Amen. Trelles lo tradujo así: TRADUCCIÓN DEL HIMNO DE SANTO TOMÁS DE AQUINO AL SANTÍSIMO SACRAMENTO.Adoro te devote latens Deitas, etc.
Te adoro con respeto ¡oh Deidad escondida! que en distinta figura estás realmente; en Ti pongo sujeto mi corazón y vida, pues cuando te contemplo reverente, mis sentidos fallecen fácilmente;
aun la vista más pura, tacto y gusto del hombre se engañan; y, aunque asombre, la fe de esta verdad nos asegura: cierto creo lo que dijo del Padre eterno el verdadero Hijo.
Nada hay más verdadero que aquesta verdad pura: en la Cruz solamente se ocultaba la deidad del Cordero; mas aquí yace oscura también la humanidad que acompañaba, confieso, lo que en Vos, Señor, se hallaba;
y,
por esta fe, os pido creyó vuestra deidad arrepentido; tus llagas yo no veo como Tomás, mas siempre Dios os creo.
Haz que te crea estable y te ame fervoroso, poniendo mi esperanza en tu acogida; ¡oh memoria admirable, que, de un Dios amoroso, dices la muerte por mi bien sufrida: pan vivo celestial, del hombre vida!
Viva (pues que confío) de Ti solo mi mente,
con la sangre que habéis Vos derramado.
Pues una gota sola de tu sangre sagrada basta para lavar a todo el mundo, pues sólo ella acrisola la culpa más malvada del pecador más fiero y más inmundo.
Ruégoos, Señor, por vuestro amor profundo, que conceda piadoso a mi grande deseo, el ver lo que aquí veo debajo de un misterio prodigioso, corrido todo el velo, gozándote por siglos en el cielo. Amén.
En la comparación del texto latino con la versión de Trelles, se observan algunas diferencias de matiz, que dejan traslucir matices de la doctrina eucarística de Trelles respecto de la de su época y anteriores. Trelles hace resaltar algunos aspectos relacionados con el amor, en vez de los relacionados con la justicia; igualmente los relacionados con la personalidad entera, en vez de los relacionados con algún aspecto de ella (como los sentimientos).
En general, no sigue la distribución de las estrofas del himno latino); pero en este análisis sigo la distribución del latín.
1.ª estrofa: convierta la parcial sumisión del corazón en la sumisión de la persona (“pongo sujeto mi corazón y vida”); al solo corazón, une la vida, la conducta externa.
2.ª estrofa: a) Matiza que, ante la Eucaristía, falla la vista más pura; relaciona la fe, como fuente de conocimiento, a través de suscitar asombro que, en todo el pensamiento religioso de Trelles, es el origen del proceso que lleva a conocer. b) Anticipa el “confieso” que aparece en la 4.ª estrofa y suprime el “creo” de la 2.ª estrofa c) Posterga las llagas y la alusión al Apóstol Santo Tomás, haciendo una alusión: “Lo que se hallaba en Vos.”
3.ª estrofa: a) Concreta la “deidad” explicitando “la deidad del Cordero,” que cierra el paso a la herejía dualista. b) Fundamenta la petición del Buen Ladrón y la concesión del perdón en su fe en que, a través de la humanidad y su cruz y llagas, se ocultaba la divinidad. c) Sustituye la penitencia (consecuencia de la justicia) de Santo Tomás, por el arrepentimiento (consecuencia del amor).
4.ª estrofa: Trelles une, en la visión de la humanidad llagada, en una profesión de fe al Apóstol Tomás con el Buen Ladrón, por lo que fundamenta en esa misma fe su perdón y vida espiritual; por eso suplica una fe constante, un amor fervoroso y una esperanza explícita en la acogida de Jesús Sacramentado.
5.ª estrofa: Trelles califica a Dios como amoroso y benefactor que da su vida por el hombre, sobrepasando a Santo Tomás, y la concreta y prolonga en la Eucaristía; igualmente, cuando pide vivir de Él únicamente.
6.ª estrofa: Trelles sobrepasa a Santo Tomás al añadir la petición de que le limpie con la sangre que Él ha derramado para ese fin (está siguiendo la fórmula de la consagración del Cáliz); que la sangre de Jesús es sagrada; personaliza al mundo en el pecador individual.
7.ª estrofa: Trelles fundamenta, en último término, sus súplicas de la visión beatífica para siempre, no en la fe, aunque le esté viendo velado, sino en el amor de Jesús Sacramentado.
Nº 8Trelles, nuestro santo fundador, tuvo una sólida formación en lenguas clásicas. Tal formación no solo le sirvió para su carrera como jurista sino también en su vida espiritual. Como dejó patente en todos sus escritos, tenía un conocimiento profundo de las Sagradas Escrituras así como del Magisterio de la Iglesia. Ello explica el esmero con que trataba los textos, adaptándolos con sencillez, pulcritud y aseo a los potenciales lectores. Vean si no los versos siguientes que me recuerdan en su estructura, ritmo y métrica al Trisagio a la Santísima Trinidad. (La numeración de cada una de las estrofas no aparece en el original. Se ha introducido como referencia).GOZOS AL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR, TOMADOS DE PASAJES DE LA SANTA ESCRITURA REFERENTES A LA DIVINA EUCARISTÍA.
Pues en este Sacramento se nos da salud y vida, busquemos esta comida como el mejor alimento. I Cuando Cristo instituyó la adorable Eucaristía, tanto al hombre dar quería, que Él a sí mismo se dio: y, pues, a tanto llegó
de su
amor el ardimiento,
II de ir al Padre y ausentarse, el gran medio de quedarse en este misterio halló; y, pues, aquí se quedó a nuestro bien siempre atento, busquemos esta comida como el mejor alimento. III Cuando el hombre infiel trataba de dar a Jesús la muerte, este Señor el más fuerte amor entonces mostraba; cuanto tenía mandaba al hombre en su Testamento; busquemos esta comida como el mejor alimento. IV Nadie podrá comprender este misterio jamás, pues no nos puede dar más siendo inmenso su poder; y, pues, que sólo entender podemos cuál es su intento, busquemos esta comida como el mejor alimento. V Con ninguna otra nación obró tan singularmente, y fue su deseo ardiente que llegase esta ocasión: y, pues, en su institución declaró este sentimiento, busquemos esta comida como el mejor alimento. VI Sus entrañas tan propicias, nos declara que, aunque asombre, dice que estar con el hombre son sus mayores delicias;
y, pues, con tantas
caricias VII Padre, Médico y Pastor supo con sabiduría hacerse en la Eucaristía el Divino Salvador;
y, pues, nunca habrá
mejor VIII El Señor ha preparado esta mesa de consuelo para alentar en el suelo a cualquier atribulado;
y, el que a ella se ha
llegado, IX Es el árbol de la vida en la Iglesia colocado, y el que comió del vedado aquí sana de la herida: y, pues, el alma caída cobra aquí virtud y aliento,
busquemos esta comida X Es el Cordero inocente que nuestros pecados quita,
y, con su sangre
bendita,
y, pues,
que continuamente
busquemos esta comida XI Es el maná más sabroso que pudo venir del cielo; es el regalo y consuelo más seguro y más precioso;
y, pues, que a todos
ansioso
busquemos esta comida XII Es el pan de Gedeón, que, en espada convertido, al madianita ha vencido, y le ha puesto en confusión; y, pues, fuerte cual león Hace al hombre el Sacramento,
busquemos esta comida XIII Es remedio universal que todos los males cura,
y en ello el hombre
asegura nos libra de todo mal, y es de todo bien aumento:
busquemos esta comida XIV Si, con tocar su vestido, una enferma salud cobra, ¿a quién la salud no sobra habiéndole recibido?
y, pues, es claro y
sabido
busquemos esta comida XV Al pueblo antiguo fomenta cual gallina a sus polluelos; pero a los nuevos hijuelos cual pelícano alimenta; ninguna madre apacienta con tan precioso sustento:
busquemos esta comida XVI Está siempre en el Altar y todo el hombre que ha sido de las serpientes mordido, puede a su vista sanar; y, pues, llama sin cesar desde aquel su fijo asiento,
busquemos esta comida XVII A Cena tan celestial, a tan celestiales bodas, convida a todos y a todas, pero con traje nupcial;
y, pues, mira una orden
tal
busquemos esta comida XVIII Pero ninguno se atreva a gustar este manjar sin primero procurar hacer de sí mismo prueba; y, pues, es claro que deba el hombre obrar a este intento,
busquemos esta comida XIX Todo aquél que llegar quiere es verdad que le recibe; pero el bueno solo vive y el malo con ello muere; y, pues, de que a esto se infiere Su amor de tal sufrimiento,
busquemos esta comida XX Con este Pan celestial puede el hombre hacerse fuerte en la vida y en la muerte, sin temor de ningún mal;
y, pues, es vivo y
vital
busquemos esta comida XXI Con razón a sus amados discípulos les decía, que nunca les dejaría huérfanos desamparados; va a los cielos elevados, y baja en el Sacramento:
busquemos esta comida XXII Aquí, en fln, es tan notoria de Dios la suma clemencia, que logramos su presencia y, después, la eterna gloria; y, pues, de todo es memoria este Santo Sacramento,
busquemos esta comida
(La Lámpara del Santuario, 1878, p. 31-35) Reflexión:
En el Oficio Divino, el Trisagio a la Santísima Trinidad se denomina: “Gozos a la Santísima Trinidad”. Identificándose con esa idea, Trelles, denomina así a su composición poética: “GOZOS AL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR” que se acaba de leer. Utiliza la misma métrica y ritmo que el Trisagio a la Santísima Trinidad.
El Trisagio, como se reseña por simplificación, se recitaba en nuestras vigilias, antes de la reforma litúrgica, en el tercer nocturno, después del Te Deum y antes de laudes. El oficio se rezaba en latín. Los únicos textos en español que se recitaban en las vigilias de los turnos eran, en su inicio, el “Acto de homenaje” y las llamadas oraciones de la noche” y en el tercer nocturno el Trisagio.
Es por eso, quizá, que llame poderosamente la atención el hecho de que, con la reforma litúrgica en la que se destierra el latín, se destierre también, el único texto español de los distintos turnos de vela en las antiguas vigilias.
Merece la pena estar avisado, y no dejarse llevar por el ritmo que el poeta pone en sus versos que invitan a seguir leyendo hasta el final. Es aconsejable pararse al término de cada estrofa enlazando mentalmente con el pasaje bíblico de referencia o, mejor aún, buscarlo en la Biblia y comprobar el esfuerzo hecho por Trelles para presentar el pasaje con la sencillez de sus versos. Nótese con qué delicadeza expone, por ejemplo, la disposición que el comulgante ha de tener para una buena comunión.
(Continuará)
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